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Historia del sistema linfático
Hipócrates fue una de las primeras personas que mencionaron el sistema linfático en el siglo V antes de Cristo. En su obra "Sobre las articulaciones", menciona brevemente los ganglios linfáticos en una frase. Rufo de Éfeso, un médico romano, identificó los ganglios linfáticos axilares, inguinales y mesentéricos, así como el timo, a principios del siglo II dC. La primera mención de los vasos linfáticos se produjo en el siglo III dC por Herófilo, un anatomista griego que vivía en Alejandría.
Herófilo llegó a la conclusión incorrecta de que "las venas absortivas de los vasos linfáticos", con las que se refería a los lactíferos (vasos linfáticos de los intestinos), vertían su contenido en las venas portales hepáticas, y por lo tanto en el hígado.
Los resultados y conclusiones de Ruphus y Herófilo se propagaron aún más por el médico griego Galeno, que describió los lactíferos y ganglios linfáticos mesentéricos que observó en su disección de monos y cerdos en el siglo II dC.
Hasta el siglo XVII, las ideas de Galeno fueron las que más prevalecieron. En consecuencia, se creía que la sangre era producida por el hígado a partir del quilo, y que esta sangre era consumida por todos los órganos del cuerpo. Esta teoría exigía que la sangre se consumiera y produjera muchas veces. Sus ideas quedaron sin respuesta hasta el siglo XVII, e incluso entonces eran defendidas por algunos médicos.
La idea de que la sangre circula a través del cuerpo, en lugar de ser generada de novo por el hígado y el corazón, fue aceptada por primera vez como consecuencia de las obras de William Harvey en 1628. En 1652, el sueco Olaus Rudbeck (1630-1702) descubrió ciertos vasos transparentes en el hígado que contenían un líquido claro (y no blanco), por lo que los nombró como vasos hepático-acuosos. También aprendió que desembocaban en el conducto torácico, y que no tenían válvulas. Anunció sus resultados en la corte de la Reina Cristina de Suecia, pero no publicó sus resultados durante un año, y en ese intérvalo fueron publicadas conclusiones provisionales similares por Thomas Bartholin, quien además publicó que tales vasos están presentes en todas las partes del cuerpo y no sólo en el hígado. Rudbeck fue también quien los denominó "vasos linfáticos". Esto dio lugar a una agria disputa entre uno de los alumnos de Bartholin, Martin Bogdan, y Rudbeck, a quien acusó de plagio.